Cómo disfrutar del mal tiempo en Moscú (II)

Como cada miércoles me levanté a las 7 de la mañana, desayuné y me preparé como un zombie. Cada miércoles un poco más zombie: el invierno, las pocas horas de luz y el frío me quitan las energías. Está tan oscuro afuera que ni siquiera miro por la ventana. Además, puedo imaginarme qué tiempo hará.

Salí de casa a las 8 y empecé a caminar hasta el metro. A medio camino miré al cielo y vi algo que hacía mucho que no veía: una estrella brillaba y a su lado otra. Parece que hoy va a hacer sol – me dije.

Foto de Laura Morales

Foto de Laura Morales

Lo bueno de empezar las clases temprano es que entonces tengo una gran pausa entre clase y clase y puedo aprovechar el día. Mi clase terminó a las diez y media. Normalmente tengo otra a continuación, pero mi estudiante estaba de vacaciones y había cancelado. Entonces, eran las diez y media y yo me encontraba en el malecón de Yakimanka, en un día radiante, con un sol espectacular como hacía semanas que no veía. La Galería Tretiakov se encontraba a 10 minutos de ahí. A pesar del frío, el sol invitaba a hacer algo más que ir a casa.

Después de más de un año en Moscú me daba vergüenza decir que todavía no la había visitado. Además, después de haber ido a Abramtsevo a visitar la colonia de los artistas y de haber leído sobre ellos en la Autobiografía de Moscú de Tatiana Pigariova no podía seguir posponiéndolo.

Caminé bajo el sol gélido y sobre el hielo durante diez minutos hasta que encontré a mi izquierda el maravilloso edificio Art Nouveau de la Galería Tretiakov, creado por ya uno de mis artistas rusos favoritos: Victor Vasnetsov. En sus orígenes, la galería acogía solamente la colección del mercader y coleccionista de arte del siglo XIX Pavel Mijailovich Tretiakov. Él mismo mandó construir la Galería para poder hacer pública su colección privada y compartir con todos los moscovitas las obras de arte que él había adquirido durante toda su vida. Tretiakov fue uno de los mecenas de Moscú: el mercader y apasionado del arte compraba las obras de los pintores más novedosos cuando aún nadie daba nada por ellos. Adquirió un sinfín de obras de los artistas de la colonia de Abramtsevo como Repin, Mamontov, Vasnetsov, Vrubel o Levitan entre otros. Pero Tretiakov no era solo un admirador y mecenas del arte contemporáneo: en su Galería podemos ver también una sección de arte medieval ruso.

Foto de Laura Morales

Foto de Laura Morales

La Galería Tretiakov es inmensa, así que decidí dejar para otro día la sección medieval y me centré en lo que más me interesaba: los artistas de Abramtsevo del XIX. Después de visitar Abramtsevo podía imaginarme a este grupo de artistas conversando dentro de sus casas o pintando en la naturaleza que rodea la colonia.

Las obras que más me emocionaron e impresionaron en mi visita fueron los paisajes urbanos del Moscú del siglo XIX. Era posible reconocer en ellos algunos rincones que han sobrevivido al paso del tiempo y de la historia. Algunos de mis favoritos fueron:

«Un patio de Moscú», de Polenov: El patio, por supuesto, ya no existe, pero la iglesia que se ve al fondo sí: es la iglesia de la Transfiguración del sabio en la arena, que se encuentra en una bocacalle de Stari Arbat.

«Iluminación de Moscú», de Surikov: Tal vez el skyline de Moscú ha cambiado mucho desde el siglo XIX, pero la iluminación de la ciudad en la noche sigue siendo un impresionante espectáculo para los transeuntes.

«Desde la ventana de la academia de arte de Moscú», de Svetoslavsky: Efectivamente, el skyline de Moscú ha cambiado mucho pero las cúpulas y torres de las iglesias siguen formando una parte importantísima de él.

También me impactaron los gigantescos paneles de estilo Art Nouveau que Mihail Vrubel pintó para la casa de otro de los mecenas de Moscú, el mercader y también coleccionista de arte Ivan Morozov. Pero lo que más me impresionó fue su chimenea de cerámica (al estilo de las cerámicas de Abramtsevo), con imágenes de los cuentos tradicionales y los «pájaros» dibujados por Ivan Bilibin, convertidos en piezas de cerámica, encabezando esta chimenea de cuento.

Chimenea de Mihail Vrubel

La obra de Víctor Vasnetsov fue una de las que más me emocionó en la visita a Abramtsevo, y en la Galería Tretiakov sus cuadros tampoco me pasaron inadvertidos. Paseando por una de las salas, de repente me sentí intimidada por la mirada del gigante Iván el Terrible, que me miraba fijamente desde una esquina.

Iván el Terrible de Víctor Vasnetsov

Salí de la Galería con la mente llena de colores, retratos y paisajes, la imaginación viva y alegre. Me sentía muy feliz de haber decidido ir a la Tretiakov un miércoles de la mañana: solo había un pequeño grupo de niños con sus maestras y cuatro turistas japoneses. A pesar de mi estado de embriaguez artística estaba también muy cansada, así que decidí entrar a tomar un café en el Restaurante vegetariano Sok (Zumo), que se encuentra justo enfrente de la Galería. Me tomé un capuccino bien calentito y a través de la ventana de la cafetería entraban los rayos del sol. Desde ahí podía ver el magnífico edificio de la Galería Tretiakov cubierto de nieve.

Foto de Laura Morales

Foto de Laura Morales